diario

22 años y la crítica dice de nosotros…

Hemos recibido siempre mucho cariño pero hay algunos comentarios de críticos y sumilleres que nos han llegado al alma y que definen más que bien nuestro propósito de recuperación del patrimonio de Viallanueva y su uva rufete.

Nos emocionó Joan Gómez Pallarès en sus crónicas emocionales para El Pais Semanal en 2016 cuando describía nuestro proyecto como “Donde trabajaron los titanes” y las terrazas de granito “trabajadas con esmero abiertas a la inmensidad del paisaje, el sol del sur y el viento. Sus viñedos son puros y sus uvas de sabor intenso. La bodega se integra en la foresta y trabaja solo con gravedad, sin bombas, para transportar el vino. Este es su esencia y la de la tierra: sus uvas tienen el color del anochecer azul, casi oscuro, y huelen y saben a mirto, a tomillo y a laurel, a cuero y a trabajo duro de caballerías en el monte. Con el regalo final de un manojo de violetas”. Joan cató entonces el Viñas del Cámbrico 2013 y sus sensaciones fueron a “tierra viva y silenciosa, misterio y profundidad se visten aquí de seda azul. El vino tiene ese tacto, y sabe y huele a noche al raso en la sierra”.

El Magazine de La Vanguardia cataba Cámbrico Rufete 2005 en 2010 por Jesús Solanas y comentaba: “Merece la pena conseguir una de las 2.592 botellas de este rico vino, singular y emocionante. Trae a la vecina Salamanca el melancólico recuerdo de la universitaria Coimbra y de los histórico vinos de Bairrada. Y si hubiera que ponerle imágenes, bien servirían las de los paraísos perdidos, del paisano cineasta salmantino Basilio Martin Patiño”.

Carlos Delgado para El País conoció el proyecto en estas fechas 2010 y nos elogiaba nuestro empeño en recuperar la variedad de Rufete y dignificar la viticultura en la Sierra de Francia de Salamanca. “Allí, a 900 metros de altitud, en parajes de encantadora belleza, sobre terrazas escarpadas, graníticas y pizarrosas, olvidadas por la mano de Dios, infravaloradas por los agricultores, vegetan, a caballo entre la nada y el olvido, viejas cepas de una uva difícil de cultivar, sensible a la botrytis, de taninos fuertes, que exige rendimientos cortos para mantener su frescura, pero capaz de dar una gama aromática absolutamente personal y fascinante. La bodega es también ejemplar por el rigor ecológico del cultivo de sus viñedos: no se utilizan herbicidas, insecticidas ni abonos químicos, los viñedos se aran a caballo y la uva se recoge en pequeñas cajas. La selección, una a una, de las mejores uvas, el cuidado durante el proceso de elaboración, la fermentación maloláctica en barricas y la crianza durante al menos 14 meses en roble francés, hacen el resto. Delgado cató el Cámbrico Rufete 2006 “para los amantes de lo peculiar: fruta silvestre (moras pero también fresas silvestres), ligeramente macerada en alcohol, con una perfumada alusión floral y un exquisito aporte de especias y minerales. En boca, bañado en fruta fresca, destaca la suavidad de su aspecto grácil y ligero, pero cargado de sensaciones persistentes, que terminan en un encantador retrogusto a regaliz”.

El  exsumiller de El Bulli, David Seijas  en su Guía 112 Vinos para el 2012 definía nuestro Cámbrico Rufete 2006 como “un auténtico lujo para el consumidor, que se encuentra con un vino descansado, tranquilo, relajado, floral, carnoso, con fruta fresca, roja , acídula pero de gran madurez, una delicia. Un inmovilizado no apto para todas las bodegas con necesidad de liquidez”, en referencia a la barbaridad de tiempo de espera para los más ansiosos”.

Además tuvimos nuestro rincón especial de gloria gracias al Viñas del Cámbrico Rufete 2010 al valorarse como uno de los Top 100 vinos catados por la revista europea Vinum en 2018.

Os agradecemos mucho tan cálido comentario y tanto poema hecho palabra.

 

 

Related Posts